— No, no apenas estab...
— No, de verdad, no te quitaré mucho tiempo, te juro que es la última vez que te llamo tan tarde, tan raro y tan agitado, y sé que podría llamarte mañana pero no quiero marcarte otra vez y que estés con él aunque me digas que es tu papá, bueno, aparte sería absurdo colgarte ahorita que lo he hecho ya. De cualquier forma sólo necesit…
—Ey ¿Qué tienes? ¿Me estás diciendo mentirosa? ¿De qué est...?
— Escúchame, por favor, no me interrumpas. Sólo necesito decirte todo lo que ya no aguanto decirte, todas esas cosas que me llenan de inestabilidad y que no es sano y espero poder hacerlo de la manera más entendible y asimilable. Sólo no me interrumpas, al final podrás decirme lo que quieras pero por favor, te pido que no me digas nada mientras me desahogo, ¿ok? ¿Podrías prometérmelo? De verdad lo necesito decir ya.
— Pero no te entiendo, me sacas de onda. ¿Estás ebrio o te metiste alg...?
— Primero, debo decir que llamé a esta hora porque no me atreví a hacerlo esta tarde, ni en la mañana que me marcaste, independientemente de que sé que él estaba a lado tuyo, seguía con el dolor entripado de ver cómo también lo chuleas en su muro, y no, no te espié es ése maldito Facebook que te muestra todo, absolutamente todo y yo sólo miré. No te dije nada, fingí cuando me preguntaste que cómo estaba, no dije nada y lo hice porque, primero, necesitaba aclarar mi mente, después, porque supuse que me callarías como siempre o te enojarías. Ahora ya no me importa si te enojas por lo que tengo que decirte.
— ¿Me andas espiando en el Faceb...?
— No me interrumpas, cállate por favor y sólo escucha. No, y no ha sido la primera vez que me muestra conversaciones entre ustedes dos, no es la primera vez que la genialidad de Mark Zuckerberg me obliga a ver los poemas de Benedetti que él te dedica y tu también. Y en ese momento decidí ir a tu casa y darte los aretes que te iba a regalar, como una forma de gritarte ¡YO SÍ CUMPLO MIS PROMESAS! Rápidamente agarré las llaves del carro y me fui manejando demasiado rápido para llegar ya a tu casa. Pero estaba en la escuela, así que me quedaba cerca.
— ¿Viniste a mi casa? ¿A qué hora?.
— Entiende que necesitas escucharme sin decir nada, ¡por favor!. Todo el camino me la pasé escuchando el soundtrack de mi película favorita que sólo tu sabes cuál es. Ya cuando llegué ahí iba a llamarte y a decirte que estaba debajo de tu casa y que si no gustarías un café, cigarro y platicar sobre música, películas, lugares o burlándonos de nuestras carreras, y que cuando preguntaras que por qué estaba yo ahí te mentiría diciendo que fui a ver un problema de pagos con el inglés y que aproveché en verte ya que estaba cerca, iba a mentir pues aún no podía decirte la verdad, no te iba a decir que me salí de clases. Pensé que mientras caminábamos hacia el Café en la plaza de la esquina de tu casa te iba a contar qué cocine hoy y a qué sabía, ya después de que nos llevaran los cafés te iba a decir
— En la mañana después de colgar iba a mandarle una foto a mi primo sobre un diseño que vi y me gustó mucho, mientras cargaba se actualizó el timeline que está del lado derecho y vi que él te comentó en un video que le dejaste hace unas horas. Decidí cerrar la computadora y pararme; según yo ya habíamos quedado en algo, pero aún creo que estás a punto de terminal con él y que no lo hacías ya porque no eres tosca con los sentimientos. Quería tomar algo fuerte, comprar bebidas alcohólicas y no ir a la escuela, pasarme el resto del día destruyéndome, como cuando era joven, pero no podía faltar hoy, así que me fui a la escuela y todo lo hice mal, el arroz se batió, los tamales no se cocían, el atole no espesaba, el mole no subía la grasa, nada. Cuando salimos ayer de clase, los del grupo decidieron ir por una. Accedí inmediatamente, llegamos y pedí una León, si, la misma que pedimos cuando salimos unos días antes, pero creo que eso no recuerdas, no es importante para ti como lo es para mi. Terminé la primera, listo. Pedí una segunda, listo. Pedí la tercera, la cuarta ya la tenía preparada la mesera que hoy se veía muy linda, tiene buen cuerpo, pero ni siquiera la vi por estar pensando en ti. Los demás sólo tomaron una, yo siete, siete como los pecados capitales que me preguntaste cuáles eran. Salí y me puse los audífonos a escuchar una y otra vez la irónica canción de Felicidad de Gondwana. Llegué a casa y tenía un sueño brutal porque desde que te conocí no duermo por estar hablando contigo. Pensé en beberme una botella, saqué cervezas del refrigerador porque las botellas se darían cuenta en mi casa. Comencé a pasearme por mi cuarto sin saber exactamente lo que había visto. Encendí las bocinas y puse de nuevo el Play-list del dolor, decidí poner la canción que me habías dedicado justo ayer. Abrí la primer cerveza.
— No te entiendo.
— Estabas mandando un video y comentando sobre un acto que viviste según con tu padre, pero cosa que no fue cierta. Y ya decirte que no soy imbécil, bien que me doy cuenta cómo me engañas y pienso que, si así eres cuando no andamos, cómo sería si anduviéramos. Que bien que sigas con él, sé así eres feliz y que también, aunque me duele, él no se lo merece, si ya sé que eso te lo dije en la mañana. Al llegar a tu casa dejé de pensar en las expectativas de lo que podría ser, estacioné el carro un poco lejos para que no lo vieras, apago el motor, pongo el freno de mano, abro la puerta, me paro y cierro el carro. Volteo hacía tu casa y veo que no hay nadie. Saco un cigarro y busco un encendedor, forcejeo porque estaba nervioso, cuando lo saco se cae al piso, debajo de un carro de tus vecinos y me agacho a buscarlo, me cuesta trabajo pero termino lográndolo. Prendo mi cigarro, volteo de nuevo a tu casa ya ahí estabas, con él. Reían, se veían muy felices, y me tragué el humo. Me quedé paralizado un momento, después me moví de ahí porque iba a pasar un carro por la calle. Hace tiempo que la cabeza no me dolía de esa forma, te lo digo en serio, pensé que moriría y quise irme inmediatamente de ahí, pero las piernas las tenía congeladas y no iba a poder manejar. Prendí otro cigarro y en eso, se abrazaron, él te dijo algo que te dio risa y lo miraste a los ojos y le contestaste y ya después, se besaron. Se fue y se dio vuelta en la esquina. Quise hablarte, pero ahí reflexioné que no soy un plato de segunda mesa ¿me explico? ¡NO SOY UN PINCHE SEGUNDO PLATO!
— Escúchame ya y cálmate por favor, no sé por qué dices eso si no lo er...
— Pero no te dije nada, me desvanecí en la calle y me solté a llorar, si a llorar. Una señora llegó y me preguntó si estaba todo bien y le dije que obvio no, pero ella se refería a otra cosa, y le dije que ¿Cómo era posible que me dijeras que soy tu Sol y que soy en lo que más piensas en todo el estúpido día si al final él te venía a dejar y quizá también se lo decías como a mí? La señora me dijo que no arreglaba nada con odio, que te dijera lo que sentía y le dije que sabes más de eso que lo que sabes de reciclaje del plástico, entonces la señora se quedó callada, movió su boca como si ya no tuviera ni una palabra alentadora, pero antes de irse me dijo;
—Me alegro por ti, bueno por ustedes.
—¿Ves a lo que me refiero? Te estoy diciendo todo lo que pasé y me contestas con un “QUE BUENO POR USTEDES” al carajo contigo, nunca entiendes lo que te quiero decir.
—Hablamos en la mañana, te marqué y me dijiste que ya no ibas a decir nada. Ya ves como no respetas lo que prometes.
—Si te digo todo esto es porque en la llamada de hace rato no lo pude decir, porque simplemente querías escuchar una cosa, sin escuchar todo el contexto.
—Que si pero eso ya lo hablamos y vamos a volver a llegar al mism…
—No interrumpas lo que tengo que decir. No todo es miel sobre hojuelas, no me gustas en muchas cosas, no eres perfecta, eres hermosa pero no perfecta; no me gusta que digas “mucho muy” eso está mal dicho, no me gusta que seas tan distraída, no me gusta la forma en la que miras y callas las cosas sólo cuando tú crees no debes decirlas. No me gusta que no hables y te quedes callada cuando te pido tu opinión, odio la manera en la que tardas en contestar lo que te pregunto, me incomodan muchas cosas de ti. No todo es color de rosa, pero eso no me importaba porque así tenía que ser, saber convivir uno con el otro, yo tenía que dejar de pensar tanto en las cosas y tu tenías que ponerle más atención a esas mismas cosas. Por eso me esforcé tanto en que esto empezara bien, porque para mí no era una cualquier conquista, no eras cualquier chica, no, pero tampoco te veía como la madre de mis hijos, obvio tampoco, pero sólo quería que se diera algo muy bonito, que sí teníamos potencial, sí nos quería, si nos tenía confianza de que podíamos ser la Luna y el Sol. Pero parece que el querer ser diferente está mal, ¿Recuerdas mi Expecto Patronum? Si, así se llama el hechizo que te mencioné ¿Sí recuerdas lo que te dije de el momento más feliz de mi vida? ¿Si lo recuerdas?.
—Si.
—Pues me faltó contarte, porque ese día mi… papá me prometió estar conmigo para toda mi vida, y no lo hizo. No cumplió su promesa.
— ¿A qué va todo esto?.
—Por eso me da miedo, que nos prometamos tantas cosas y al final… nada. Porque si, ya, no quería que un día llegaras después de tu tiempo para conocernos y que me digas
—Pero yo jamás haría es…
—¡No hables con un carajo! Porque sino voy a dejarme llevar por tu voz y ya no podré decirte todo esto que hay aquí adentro. Desde ése día, el mejor de mi vida, busqué ser el mejor, años más tarde te conozco y sigo en busca de ser mejor que otros. Pero veo que eso es un problema, yo creo que si me valdría madres, si no recordaría todo, si no me importara todo, si no me fijara en todo y fuera un pinche banal que sólo te ve lo físico, quizá así sí hubiera tenido oportunidad contigo. Caminé en el departamento pensando en ti, en el adiós que había pasado, caminé por mi cuarto encerrado unas cuarenta veces mientras sostenía tus aretes, como si no supiera en dónde estaba la ventana más cercana y arrojarlos muy lejos, te juro que lo pensé pero no lo hice, así que decidí salir a caminar y pensar en lo que habíamos hablado, en el adiós. No le dije a mi mamá nada, sólo salí, prendí un cigarro o tal vez tres, prendí muchas veces, unas quince yo creo, con la tutsi de chile y los aretes apretados en mi diestra. Creo que ni me daba cuenta de que daba media vuelta, que la gente me veía, que al final de cada extremo de la calle regresaba y volvía a dar el mismo recorrido. Después encendí el último cigarro hasta que me dio asco fumar, me percaté que me había acabado la cajetilla nueva, lo apagué y me metí a mi casa de nuevo. Prendí mi computadora y lo primero que abro es tu muro, con la esperanza de que ya no tengas ése nombre artístico que te liga a él, siempre esperaba ver el acrónimo que hice con tu nombre, pero no, nunca fue así. Y de ponto pasó lo que te dije hace ratito, las manos me sudaron, se me resbalaban cuando escribía en el teclado. Me entró una desesperación y quebré la figura que estaba haciendo para ti, tenía forma de un mundo rodeado del Sol y La Luna, entró mi mamá a mi cuarto y me preguntó que qué había pasado, y le contesté que nada. Y entonces entendí que era eso lo que necesitaba, ver algo que se quebrara. Me fui para la escuela viendo nuevamente mi película favorita todo el trayecto que puse en mi celular.
—¿Ya puedo hablar?.
—Te vi con un sujeto que te abrazaba, que despedía amor por ti, quizá uno más que yo, porque te dedicaba poemas de Benedetti. Se veían como en una de las fotos que traen los retratos, una pareja feliz y sonriendo.
— ¿Qué?
— Te vi con un tu novio abraz...
— Sí te entendí, no soy tonta, pero eso tu ya lo sabes ya lo habías vis…
— Escucha, sé que soy raro y que ya llegué al punto de hartarte con mis pendejadas, mis estúpidas cursilerías de niño pre adolescente que no sabe lo que quiere en la vida, como un pinche inmad…
— ¿Qué carajo te pasa?
— Soy raro, lo sé.
— ¿Estás llorando?
— Soy una persona que por querer hacer todo perfecto lo termina haciendo mal, porque la perfección no existe. Lo sé, sé que es un estado que a cualquier mujer le incomodaría, que alguien le importe de sobremanera en tan pocos días y esté con el mismo tema de siempre y que no se dé a entender con todo lo que dice. Quiero que sepas que me importas, que recordaré todo lo que pasó, que te recordaré toda mi vida, que te volviste mi Luna tan rápido, tan rápido como terminó. Pero sólo puedo pedirte una cosa; que recuerdes mi nombre porque quizá algún día veas algo en un futuro, en muchos años después, cuando estés salvando al planeta de la contaminación en la que vive y de pronto escuches una canción que hable de ti, que vayas al cine y te encuentres con una película que hablará de nuestra historia, que quieras comprar un libro y que mi nombre esté ahí y que en la página de dedicatorias esté tu nombre ahí mismo, que vayas a comer a un restaurante y veas que el menú está dedicado a lo que a ti te gusta comer. No sé qué pueda pasar ni cómo, porque así como te conté cuando me quise ir a Guanajuato y el destino en el que ni tu ni yo creemos vuelva hacer que de forma indirecta nos volvamos a encontrar, y así, sólo así te puedas dar cuenta que sí hablaba enserio, que sí era un futuro que esperaba contigo, que sí fuiste mi Luna para todas las noches que me restan. Gracias por eso, por volverme a inspirar y sacar lo mejor de mí, por volver a entusiasmarme al escuchar un mensaje entrante a mi celular, por preguntarme cómo estoy todos los días, por decirme que también me pensabas, por decirme que me querías de aquí al Sol y de regreso muchas veces, por todas las cosas buenas que aprendí contigo, por las cosas malas. Lo siento, pero no puedo ser tu amigo, no puedo estar a lado tuyo sin poder besarte ni decirte lo hermosa que eres, que me encanta tu risa, tu voz y tu acento, sinceramente no podré, tampoco podré ir contigo a los mismos lugares que has ido con él, nadie puede, eso no es posible. Ojalá puedas entender.
— Sí lo entiendo, he estado en tu lugar tambi…
— No, no lo entiendes, no tienes empatía porque…
— No hables por los demás ok.
— No, no entiendes, porque para ti es fácil, si no es con uno es con otro.— Tú también tienes novia o ¿Crees que no lo entendí esa vez?.
— Cuando se quiere algo, no se necesita de tiempo para decidir qué hacer, simplemente se hace.
— Mira, sé que no recordé muchas cosas de ti al principio, pero sí las recuerdo, recuerdo mucho de ti, puedo decirte a qué olía cuando me contaste el mejor momento de tu vida, qué canción estaba escuchando de fondo, lo recuerdo topo, pero si lo que quieres es que te olvide pues está bien, lo olvidaré, o más bien, prometo intentarlo, va. Ya me tengo que ir.
— No te puedo pedir que me recuerdes, pero no soporto la idea de que me olvides.
— Que estés bien.
— No voy a estar bien.
— …
— Te quiero mucho.
— Yo también y lo sabes, me tengo que ir.
— ¿Supongo que te veo el sábado en la clase?
— Aún no sé si me vaya a inscribir. Pero de verdad, me tengo que ir. Adiós.
— … Adiós.
— …
