viernes, 16 de marzo de 2012

— No sé ni por qué decidí llamarte, sé que estás por irte a dormir porque temprano tienes cosas que hacer y que probablemente te interrumpí mientras le mandabas un mensaje de las buenas noches a él. Lo siento.

— No, no apenas estab...

— No, de verdad, no te quitaré mucho tiempo, te juro que es la última vez que te llamo tan tarde, tan raro y tan agitado, y sé que podría llamarte mañana pero no quiero marcarte otra vez y que estés con él aunque me digas que es tu papá, bueno, aparte sería absurdo colgarte ahorita que lo he hecho ya. De cualquier forma sólo necesit…

—Ey ¿Qué tienes? ¿Me estás diciendo mentirosa? ¿De qué est...?

— Escúchame, por favor, no me interrumpas. Sólo necesito decirte todo lo que ya no aguanto decirte, todas esas cosas que me llenan de inestabilidad y que no es sano y espero poder hacerlo de la manera más entendible y asimilable. Sólo no me interrumpas, al final podrás decirme lo que quieras pero por favor, te pido que no me digas nada mientras me desahogo, ¿ok? ¿Podrías prometérmelo? De verdad lo necesito decir ya.

— Pero no te entiendo, me sacas de onda. ¿Estás ebrio o te metiste alg...?

— Primero, debo decir que llamé a esta hora porque no me atreví a hacerlo esta tarde, ni en la mañana que me marcaste, independientemente de que sé que él estaba a lado tuyo, seguía con el dolor entripado de ver cómo también lo chuleas en su muro, y no, no te espié es ése maldito Facebook que te muestra todo, absolutamente todo y yo sólo miré. No te dije nada, fingí cuando me preguntaste que cómo estaba, no dije nada y lo hice porque, primero, necesitaba aclarar mi mente, después, porque supuse que me callarías como siempre o te enojarías. Ahora ya no me importa si te enojas por lo que tengo que decirte.

— ¿Me andas espiando en el Faceb...?

— No me interrumpas, cállate por favor y sólo escucha. No, y no ha sido la primera vez que me muestra conversaciones entre ustedes dos, no es la primera vez que la genialidad de Mark Zuckerberg me obliga a ver los poemas de Benedetti que él te dedica y tu también. Y en ese momento decidí ir a tu casa y darte los aretes que te iba a regalar, como una forma de gritarte ¡YO SÍ CUMPLO MIS PROMESAS! Rápidamente agarré las llaves del carro y me fui manejando demasiado rápido para llegar ya a tu casa. Pero estaba en la escuela, así que me quedaba cerca.

— ¿Viniste a mi casa? ¿A qué hora?.

— Entiende que necesitas escucharme sin decir nada, ¡por favor!. Todo el camino me la pasé escuchando el soundtrack de mi película favorita que sólo tu sabes cuál es. Ya cuando llegué ahí iba a llamarte y a decirte que estaba debajo de tu casa y que si no gustarías un café, cigarro y platicar sobre música, películas, lugares o burlándonos de nuestras carreras, y que cuando preguntaras que por qué estaba yo ahí te mentiría diciendo que fui a ver un problema de pagos con el inglés y que aproveché en verte ya que estaba cerca, iba a mentir pues aún no podía decirte la verdad, no te iba a decir que me salí de clases. Pensé que mientras caminábamos hacia el Café en la plaza de la esquina de tu casa te iba a contar qué cocine hoy y a qué sabía, ya después de que nos llevaran los cafés te iba a decir .

— En la mañana después de colgar iba a mandarle una foto a mi primo sobre un diseño que vi y me gustó mucho, mientras cargaba se actualizó el timeline que está del lado derecho y vi que él te comentó en un video que le dejaste hace unas horas. Decidí cerrar la computadora y pararme; según yo ya habíamos quedado en algo, pero aún creo que estás a punto de terminal con él y que no lo hacías ya porque no eres tosca con los sentimientos. Quería tomar algo fuerte, comprar bebidas alcohólicas y no ir a la escuela, pasarme el resto del día destruyéndome, como cuando era joven, pero no podía faltar hoy, así que me fui a la escuela y todo lo hice mal, el arroz se batió, los tamales no se cocían, el atole no espesaba, el mole no subía la grasa, nada. Cuando salimos ayer de clase, los del grupo decidieron ir por una. Accedí inmediatamente, llegamos y pedí una León, si, la misma que pedimos cuando salimos unos días antes, pero creo que eso no recuerdas, no es importante para ti como lo es para mi. Terminé la primera, listo. Pedí una segunda, listo. Pedí la tercera, la cuarta ya la tenía preparada la mesera que hoy se veía muy linda, tiene buen cuerpo, pero ni siquiera la vi por estar pensando en ti. Los demás sólo tomaron una, yo siete, siete como los pecados capitales que me preguntaste cuáles eran. Salí y me puse los audífonos a escuchar una y otra vez la irónica canción de Felicidad de Gondwana. Llegué a casa y tenía un sueño brutal porque desde que te conocí no duermo por estar hablando contigo. Pensé en beberme una botella, saqué cervezas del refrigerador porque las botellas se darían cuenta en mi casa. Comencé a pasearme por mi cuarto sin saber exactamente lo que había visto. Encendí las bocinas y puse de nuevo el Play-list del dolor, decidí poner la canción que me habías dedicado justo ayer. Abrí la primer cerveza.

— No te entiendo.

— Estabas mandando un video y comentando sobre un acto que viviste según con tu padre, pero cosa que no fue cierta. Y ya decirte que no soy imbécil, bien que me doy cuenta cómo me engañas y pienso que, si así eres cuando no andamos, cómo sería si anduviéramos. Que bien que sigas con él, sé así eres feliz y que también, aunque me duele, él no se lo merece, si ya sé que eso te lo dije en la mañana. Al llegar a tu casa dejé de pensar en las expectativas de lo que podría ser, estacioné el carro un poco lejos para que no lo vieras, apago el motor, pongo el freno de mano, abro la puerta, me paro y cierro el carro. Volteo hacía tu casa y veo que no hay nadie. Saco un cigarro y busco un encendedor, forcejeo porque estaba nervioso, cuando lo saco se cae al piso, debajo de un carro de tus vecinos y me agacho a buscarlo, me cuesta trabajo pero termino lográndolo. Prendo mi cigarro, volteo de nuevo a tu casa ya ahí estabas, con él. Reían, se veían muy felices, y me tragué el humo. Me quedé paralizado un momento, después me moví de ahí porque iba a pasar un carro por la calle. Hace tiempo que la cabeza no me dolía de esa forma, te lo digo en serio, pensé que moriría y quise irme inmediatamente de ahí, pero las piernas las tenía congeladas y no iba a poder manejar. Prendí otro cigarro y en eso, se abrazaron, él te dijo algo que te dio risa y lo miraste a los ojos y le contestaste y ya después, se besaron. Se fue y se dio vuelta en la esquina. Quise hablarte, pero ahí reflexioné que no soy un plato de segunda mesa ¿me explico? ¡NO SOY UN PINCHE SEGUNDO PLATO!

— Escúchame ya y cálmate por favor, no sé por qué dices eso si no lo er...

— Pero no te dije nada, me desvanecí en la calle y me solté a llorar, si a llorar. Una señora llegó y me preguntó si estaba todo bien y le dije que obvio no, pero ella se refería a otra cosa, y le dije que ¿Cómo era posible que me dijeras que soy tu Sol y que soy en lo que más piensas en todo el estúpido día si al final él te venía a dejar y quizá también se lo decías como a mí? La señora me dijo que no arreglaba nada con odio, que te dijera lo que sentía y le dije que sabes más de eso que lo que sabes de reciclaje del plástico, entonces la señora se quedó callada, movió su boca como si ya no tuviera ni una palabra alentadora, pero antes de irse me dijo; y se marchó. Me paré y me dije que no tenía por qué seguir arrastrándome por cariño a medias como un amigo tuyo, así que le hablé a ella, la chica que hablamos el otro día. Fingí la voz, que estaba yo genial y que quería platicar con ella. Caminé por la calle hasta el carro y me puse en marcha, seleccioné la música que odias, le subí todo el volumen y me sentí aliviado, como desquitándome. Llegué al punto de encuentro con ella y con toda la serenidad y tranquilidad le pedí otra oportunidad para ser felices.

—Me alegro por ti, bueno por ustedes.

—¿Ves a lo que me refiero? Te estoy diciendo todo lo que pasé y me contestas con un “QUE BUENO POR USTEDES” al carajo contigo, nunca entiendes lo que te quiero decir.

—Hablamos en la mañana, te marqué y me dijiste que ya no ibas a decir nada. Ya ves como no respetas lo que prometes.

—Si te digo todo esto es porque en la llamada de hace rato no lo pude decir, porque simplemente querías escuchar una cosa, sin escuchar todo el contexto.

—Que si pero eso ya lo hablamos y vamos a volver a llegar al mism…

—No interrumpas lo que tengo que decir. No todo es miel sobre hojuelas, no me gustas en muchas cosas, no eres perfecta, eres hermosa pero no perfecta; no me gusta que digas “mucho muy” eso está mal dicho, no me gusta que seas tan distraída, no me gusta la forma en la que miras y callas las cosas sólo cuando tú crees no debes decirlas. No me gusta que no hables y te quedes callada cuando te pido tu opinión, odio la manera en la que tardas en contestar lo que te pregunto, me incomodan muchas cosas de ti. No todo es color de rosa, pero eso no me importaba porque así tenía que ser, saber convivir uno con el otro, yo tenía que dejar de pensar tanto en las cosas y tu tenías que ponerle más atención a esas mismas cosas. Por eso me esforcé tanto en que esto empezara bien, porque para mí no era una cualquier conquista, no eras cualquier chica, no, pero tampoco te veía como la madre de mis hijos, obvio tampoco, pero sólo quería que se diera algo muy bonito, que sí teníamos potencial, sí nos quería, si nos tenía confianza de que podíamos ser la Luna y el Sol. Pero parece que el querer ser diferente está mal, ¿Recuerdas mi Expecto Patronum? Si, así se llama el hechizo que te mencioné ¿Sí recuerdas lo que te dije de el momento más feliz de mi vida? ¿Si lo recuerdas?.

—Si.

—Pues me faltó contarte, porque ese día mi… papá me prometió estar conmigo para toda mi vida, y no lo hizo. No cumplió su promesa.

— ¿A qué va todo esto?.

—Por eso me da miedo, que nos prometamos tantas cosas y al final… nada. Porque si, ya, no quería que un día llegaras después de tu tiempo para conocernos y que me digas Y que al leer la revista de Algarabía me recordara a ti, que no vaya al autocinema porque yo quería conocerlo contigo, así como en las películas están puros enamorados; todo lo que hiciste, tocaste y hablaste que era especial de ti, lo iba a odiar. Seguro eso iba a pasar.

—Pero yo jamás haría es…

—¡No hables con un carajo! Porque sino voy a dejarme llevar por tu voz y ya no podré decirte todo esto que hay aquí adentro. Desde ése día, el mejor de mi vida, busqué ser el mejor, años más tarde te conozco y sigo en busca de ser mejor que otros. Pero veo que eso es un problema, yo creo que si me valdría madres, si no recordaría todo, si no me importara todo, si no me fijara en todo y fuera un pinche banal que sólo te ve lo físico, quizá así sí hubiera tenido oportunidad contigo. Caminé en el departamento pensando en ti, en el adiós que había pasado, caminé por mi cuarto encerrado unas cuarenta veces mientras sostenía tus aretes, como si no supiera en dónde estaba la ventana más cercana y arrojarlos muy lejos, te juro que lo pensé pero no lo hice, así que decidí salir a caminar y pensar en lo que habíamos hablado, en el adiós. No le dije a mi mamá nada, sólo salí, prendí un cigarro o tal vez tres, prendí muchas veces, unas quince yo creo, con la tutsi de chile y los aretes apretados en mi diestra. Creo que ni me daba cuenta de que daba media vuelta, que la gente me veía, que al final de cada extremo de la calle regresaba y volvía a dar el mismo recorrido. Después encendí el último cigarro hasta que me dio asco fumar, me percaté que me había acabado la cajetilla nueva, lo apagué y me metí a mi casa de nuevo. Prendí mi computadora y lo primero que abro es tu muro, con la esperanza de que ya no tengas ése nombre artístico que te liga a él, siempre esperaba ver el acrónimo que hice con tu nombre, pero no, nunca fue así. Y de ponto pasó lo que te dije hace ratito, las manos me sudaron, se me resbalaban cuando escribía en el teclado. Me entró una desesperación y quebré la figura que estaba haciendo para ti, tenía forma de un mundo rodeado del Sol y La Luna, entró mi mamá a mi cuarto y me preguntó que qué había pasado, y le contesté que nada. Y entonces entendí que era eso lo que necesitaba, ver algo que se quebrara. Me fui para la escuela viendo nuevamente mi película favorita todo el trayecto que puse en mi celular.

—¿Ya puedo hablar?.

—Te vi con un sujeto que te abrazaba, que despedía amor por ti, quizá uno más que yo, porque te dedicaba poemas de Benedetti. Se veían como en una de las fotos que traen los retratos, una pareja feliz y sonriendo.

— ¿Qué?

— Te vi con un tu novio abraz...

— Sí te entendí, no soy tonta, pero eso tu ya lo sabes ya lo habías vis…

— Escucha, sé que soy raro y que ya llegué al punto de hartarte con mis pendejadas, mis estúpidas cursilerías de niño pre adolescente que no sabe lo que quiere en la vida, como un pinche inmad…

— ¿Qué carajo te pasa?

— Soy raro, lo sé.

— ¿Estás llorando?

— Soy una persona que por querer hacer todo perfecto lo termina haciendo mal, porque la perfección no existe. Lo sé, sé que es un estado que a cualquier mujer le incomodaría, que alguien le importe de sobremanera en tan pocos días y esté con el mismo tema de siempre y que no se dé a entender con todo lo que dice. Quiero que sepas que me importas, que recordaré todo lo que pasó, que te recordaré toda mi vida, que te volviste mi Luna tan rápido, tan rápido como terminó. Pero sólo puedo pedirte una cosa; que recuerdes mi nombre porque quizá algún día veas algo en un futuro, en muchos años después, cuando estés salvando al planeta de la contaminación en la que vive y de pronto escuches una canción que hable de ti, que vayas al cine y te encuentres con una película que hablará de nuestra historia, que quieras comprar un libro y que mi nombre esté ahí y que en la página de dedicatorias esté tu nombre ahí mismo, que vayas a comer a un restaurante y veas que el menú está dedicado a lo que a ti te gusta comer. No sé qué pueda pasar ni cómo, porque así como te conté cuando me quise ir a Guanajuato y el destino en el que ni tu ni yo creemos vuelva hacer que de forma indirecta nos volvamos a encontrar, y así, sólo así te puedas dar cuenta que sí hablaba enserio, que sí era un futuro que esperaba contigo, que sí fuiste mi Luna para todas las noches que me restan. Gracias por eso, por volverme a inspirar y sacar lo mejor de mí, por volver a entusiasmarme al escuchar un mensaje entrante a mi celular, por preguntarme cómo estoy todos los días, por decirme que también me pensabas, por decirme que me querías de aquí al Sol y de regreso muchas veces, por todas las cosas buenas que aprendí contigo, por las cosas malas. Lo siento, pero no puedo ser tu amigo, no puedo estar a lado tuyo sin poder besarte ni decirte lo hermosa que eres, que me encanta tu risa, tu voz y tu acento, sinceramente no podré, tampoco podré ir contigo a los mismos lugares que has ido con él, nadie puede, eso no es posible. Ojalá puedas entender.

— Sí lo entiendo, he estado en tu lugar tambi…

— No, no lo entiendes, no tienes empatía porque…

— No hables por los demás ok.

— No, no entiendes, porque para ti es fácil, si no es con uno es con otro.— Tú también tienes novia o ¿Crees que no lo entendí esa vez?.

— Cuando se quiere algo, no se necesita de tiempo para decidir qué hacer, simplemente se hace.

— Mira, sé que no recordé muchas cosas de ti al principio, pero sí las recuerdo, recuerdo mucho de ti, puedo decirte a qué olía cuando me contaste el mejor momento de tu vida, qué canción estaba escuchando de fondo, lo recuerdo topo, pero si lo que quieres es que te olvide pues está bien, lo olvidaré, o más bien, prometo intentarlo, va. Ya me tengo que ir.

— No te puedo pedir que me recuerdes, pero no soporto la idea de que me olvides.

— Que estés bien.

— No voy a estar bien.

— …

— Te quiero mucho.

— Yo también y lo sabes, me tengo que ir.

— ¿Supongo que te veo el sábado en la clase?

— Aún no sé si me vaya a inscribir. Pero de verdad, me tengo que ir. Adiós.

— … Adiós.

— …

lunes, 12 de marzo de 2012

6 Days With Her.

Me desperté temprano 7:23 a.m. para revisar si no había un mensaje tuyo, nada. Me vuelvo a acostar y cierro los ojos. Fuerzo a que sueñe que sí me contestas, me despierto, 8:09 a.m. no me has contestado. Vuelvo a dormir justificando que se te dificulta hacerlo y no porque no quieras. 8:56 a.m.. vuelvo a revisar, sin nada. Apago el celular y lo vuelvo a prender por si había una falla en la señal pero, nada. Me vuelvo a acostar y me pongo mis audífonos, escucho música que sé que me hará sentir peor, pero justo ésa busco y reproduzco. 9:44 a.m. reviso de nuevo, sin resultados. Miro el techo y trato de convencerme de que no necesito que me contestes, que no es necesario, que debo alejarme de ti lo más rápido posible, que eres una persona que no me agrada, trato, busco y logro encontrarte errores que creo que me harán verte de otra forma; empiezo a criticar tu forma de escribir, empiezo a quererme burlar por tus muletillas, empiezo a ser ridículo por juzgar tus actitudes, tus gestos, empiezo a segregar adrenalina por creer que está funcionando que, en verdad quiero verte como todas las personas y no estar dispuesto a ti en todo lo que quieras que haga, me repito que no soy así y ni que debería, que no es sano y que nada de esto me llevará a aun buen futuro, si me conjugo a mí mismo, porque tu no estás en mi futuro. Así continúo hasta que… 10:04 a.m. Llega un mensaje, leo inmediatamente de quien es y no empieza con la letra de tu nombre, no continúo leyendo, no me interesa. 10:09 a.m. me levanto por inercia, me lavo la cara y me miro al espejo fijamente y trato de no pensar en por qué no me has contestado y vuelvo a sentirme culpable. Inmediatamente me pregunto por qué me siento culpable si tu me has hecho sentir mal. Empiezo otra vez a querer verte de diferente forma. Dejo de mirarme al espejo y me río porque, estoy hablando solo. 10:23 a.m. Planeo ir a la cocina y prepararme un jugo, antes paso y verifico que no hayas contestado, nada. Preparo mi jugo mientras trato de pensar en los beneficios que proporciona la vitamina C en los cuerpos humanos, pero es inútil, no dejo de sentirme culpable y no dejo de pensar en ti. 10:28 a.m. Me siento en el sillón y prendo la tele, empiezo a buscar como si tuviera un programa especial que ver a esa hora y en eso, uno de los títulos empieza con la primer sílaba de tu nombre y selecciono ver, es el canal alemán, no entiendo; así como, tampoco te entiendo a ti. Sigo cambiando de canal y voy bebiendo mi jugo, llego a los canales de películas y parece que la empresa de televisión satelital se desquitó por no pagar a tiempo, poniendo en su programación de hoy puras películas que me harán sentirme peor, aunque ya haya escuchado canciones que me quitaron la poca energía con la que amanece uno cada día, no me harán nada las películas, creo. 10:36 a.m. Aparece las películas clásicas en blanco y negro, “casualmente” es Un Perro Andaluz de Luis Buñuel, un día antes me dijiste que lo viera… estúpido karma. Cambio de canal y está una caricatura y no le vea nada de malo hasta que un personaje le dice al otro –Me gustas- cambio de canal. Está una película cómica, de esas que al primer vistazo te ríes, me pareció agradable y deje el control a un lado, bebí más de mi jugo y sonreí al ver las escenas, pero inmediatamente, como si mis glóbulos blancos en conjunto con todo mi sistema inmunológico se pusiera de acuerdo para poder advertirme que; es una película cómica, típica de Estados Unidos en la que al final se besarán, se dirán lo mucho que han amado uno al otro todo este tiempo sin que lo sepan, sonará una canción tipo Blink 182 que me hará buscarla y estar dentro del play-list que escucho para hacerme daño en días como estos. Entro en conciencia que soy un tonto y cambio inmediatamente de canal. Explosiones, disparos y sangre, cambio de canal. Hay un documental que hace tiempo vi y me gustó, decido dejarle y 10:54 a.m. suena el teléfono, bajo el volumen del televisor, corro inmediatamente a contestarte y veo que, tampoco es tu nombre, dejo el teléfono y no contesto. Vuelvo a sentarme en el sillón mientras veo pasar el documental en silencio. Tomo de mi jugo, lo dejo. No me siento cómodo y me paro, prendo la estufa para hacerme algo de desayunar, dejo el sartén en el fuego y voy al baño a lavarme la cara de nuevo, pero ya sin verme. Le doy volumen a la tele y le subo más de lo normal, no basta. Prendo las bocinas y selecciono ésa música que no te gusta y escucho fuertemente. Voy a la cocina y me preparo un licuado, saco rápidamente lo que sea para prender la licuadora y la dejo ahí triturando. Abro la llave de la regadera para meterme a bañar dejando una cubeta abajo para no desperdiciar esa agua. Me preparo más jugo, presiono con fuerza el extractor para que haga más ruido, que todo el departamento esté lleno de ruido y no escuche cuando me llames. 11:13 a.m. Empieza a oler a quemado el sartén, la licuadora se escucha forzada, el extractor de jugos está flojo, lo apago. Escucho que el agua está cayendo y la cierro inmediatamente, ya está caliente. Le bajo el volumen a la tele y apago las bocinas, y pienso en mandarte un mensaje. 11:15 a.m. Se llega un mensaje, dudoso voy a verlo, tampoco es tu nombre. Prendo un cigarro, me paseo por el departamento pensando que esto no debería estar pasando, que no es sano para nadie el portarse así. Busco un cenicero y dejo el cigarro. Pienso en que debí mandarte un mensaje hoy temprano, me digo que lo voy hacer y empiezo a redactarlo, no me gusta y lo borro. Vuelvo a redactarlo, tampoco me gusta y lo borro. Pienso en mandarte un poema pero no logro hacer uno. Me paro y busco entre mis libros de hace años un poema que me haya gustado, no lo encuentro, hace años que no tenía la necesidad usar uno y deserté en la búsqueda. 11:38 a.m. pienso en llamarte y decir que fue un error, quería llamar a otra persona, sólo para escuchar tu voz. De nuevo me digo que no me comporte como un imbécil. Se me ocurre una idea, saco la guitarra y empiezo a preparar unos acordes melódicos con una tonada que parecía que estaba diciendo tu nombre, no me concentro, empiezo a tocar otros tonos sin sentido, dejo la guitarra. Saco un libro sobre el análisis actual del país, lo abro, me salto los agradecimientos, empiezo a leer la introducción y no me concentro, me justifico que no es necesario leer eso. Leo el capítulo uno, termino el primer renglón y no entendí nada, vuelvo a leerlo, y el mismo resultado. Paso al índice para ver el capítulo que es interesante. Cierro el libro diciendo en voz alta –Así no se lee un libro- Me paro y vuelvo a ver la tele. Me siento, me vuelvo a parar mientras le cambio de canal. Me hinco, me siento, me paro, me vuelvo a hincar, camino, me siento, en cunclillas, me recargo en el sillón, me vuelo aparar, camino, me siento, volteo para todos lados y me siento en el suelo, me acuesto, me acomodo. Llegué otra vez al mismo canal, le di vueltas a todos y no observé nada, ninguno me gustó para ver. Me paro, busco en un cajón algo escondido, la huelo, le quito las semillas y lo meto en madera. Agarro el encendedor y busco una película, una que te conté ayer y que empezamos hablar de ella, si, ésa. Le doy play y empiezo a verla mientras prendo el encendedor y fumo. Empiezo a sentirme más tranquilo, ya no tengo la hiperactividad. Le pongo subtítulos porque no quiero pensar, sólo quiero sentir. Fumo de nuevo. Y aparece el personaje que juraste no ser así. Aparece el personaje que dije que yo era así, estábamos en la tele. Vuelvo a fumar. Agarro la funda que cubre la película y veo que dura 93 minutos. 12:23 p.m. Tengo 93 minutos para vernos en la tele, aunque sé que al final te vas en ambas historias, me quedo tranquilo viendo, pero aún más tranquilo porque, tengo 93 minutos para no esperar a que me contestes el mensaje donde te dije que, simplemente sonrieras.

Dos cervezas, por favor.

Eso de salir con alguien es muy difícil, tratar de planear qué o dónde se hará lo que se tenga pensado hacer es bastante laborioso, incluso más que la elaboración de un tema de tesis, creo. Es verdaderamente difícil; primero en decidir qué se va hacer, posteriormente dónde se va hacer, después a qué hora se va hacer y al último se preguntará si se está seguro de que eso se quiere hacer.

Ahora agrégale un grado más de dificultad si llevas tiempo esperando esa salida. Y no porque se trate de alguien en especial, es porque uno sabe lo difícil que es eso, pero, también podemos decir que es por alguien en especial.Usualmente la primera vez que ves a alguien se va a "dar la vuelta", a comer, por un café o al cine, la mayoría de las veces es así y como en todo, cuando te cambian de alguna rutina (aunque no salgas seguido con gente, eso se vuelve una rutina) no sabes cómo reaccionar ante algo distinto y en éste caso, si no sales por una comida, café, película o caminata, no sabes cuál sería el protocolo si sales con ésa persona que se está volviendo especial; sales a un bar...

Estás ya en la mesa, sentado en las sillas incómodas que se tambalean, con tu primer bebida puesta ya. Brindas por "lo que sea". Bebes mientras miras a la persona que tienes enfrente, empiezas a observar cómo toma pues, no vas a tomar de más o de menos, primero tienes que saber cómo es, pues no se trata de un café, es de una bebida que en unas horas te cambiará de estado, ya sea para bien o para mal. Empiezas hablar con monosílabos y temas que no tenías pensado hablar; como los amigos en común, lo que le pasó a cada uno quince minutos antes de verse, los amigos en común otra vez, de cómo le va a cada uno en la escuela y cuando te das cuenta de que mientras hablas con toda la seguridad de que lo que dices es interesante, innovador y que nadie le había dicho eso, en ese momento observas que mira hacia otro lado. Como eso transigió a cambiar el ritmo de la conversación piensas ¿qué es lo que le gusta entonces? pero de qué podrás hablar si estás acostumbrado a que en un bar se habla de cualquier cosa que en una comida, café, cine o caminata no se habla pero ahora tienes que improvisar ya y hacer de ti algo interesante, sino fin, todo se acabará.

Lo peor que te puede pasar es que por los nervios empieces a tomar de más y por lo tanto, hables más y lo hagas mal, o que exista un silencio tan largo que no creerás que fueron 20 segundos. Lo mejor que puedes hacer es decir los mejores chistes que sepas pero decirlos en primera persona, para que así vuelva la sonrisa a su rostro, esa sonrisa que tanto te gusta, y aunque sea muy deshonesto, es el único recurso para recuperar la noche porque si recuperas su atención descubrirás que les gustan las mismas cosas y odian un montón más, que nacieron el mismo mes y que conocen los mismos lugares que uno frecuenta; que los dos aman ser ecológicos y creen que El Día de la Tierra no sirve para nada, cuyos fundamentos se saben de memoria. Entonces la primer bebida no será suficiente de que sea la primera pues habrá una segunda cita en ése mismo bar, una tercera, una docena, un aniversario, años y años de cerveza en diferentes bares de la ciudad, ya después serán comidas, cine, fiestas, reuniones familiares, conversaciones telefónicas y un larguísimo etcétera hasta que, de pronto, haya un punto final y odies la cerveza.

domingo, 11 de marzo de 2012

Yellow ledbetter.

No sé por qué me pregunta muchas veces lo mismo, quizá y le guste cómo lo cuento y eso, de cierta parte creo que es bueno, así me pedirá una y otra vez porque le gusta. O tal vez es no lo cuento como debería ser (aunque no sé cómo es la forma correcta de hacerlo)  por eso no me explico bien lo que quiero comunicar y por eso me pregunta lo mismo, algo recíproco como la frase que dice "Tú recibes el amor que das" que dijeron los Beatles, algo así  creo.

También podría ser que ella tenga un...

—¿Qué?. ¿Por qué me miras?.
—¿Qué no te puedo ver?.

 Carajo, no debí decir eso, o ¿Qué? ¿La estás retando? Ahora alzó esa ceja como si no entendiera por qué dije eso. No entiendo, bueno o sea si sé porque tiene una personalidad así, pero de todas formas no entiendo y no importa que tenga escasos momentos de conocer su vida, sus gustos, sus emociones y sus disgustos, no importa porque hay algo que me...

 —¡¿Qué?! ¿Por qué me ves?.
—Está bien, ya no te veré.

 Con un carajo ¡deja de verle los ojos! Es inevitable, lo sé, pero deja de ver así, se está asustando. Mejor le doy un trago a esa bebida que ya se está calentando pero no importa, porque...

 —Oye ven, acércate para acá ¿Si?.
Oh por Dios.  —Si, si claro.

 La decisión más firme que tuve en el día porque, fue algo exacto; en el momento en el que terminé de cambiarme de lugar y le pregunté ¿Qué pasó? Mientras movía mi bebida que cada vez se calentaba más, empezó ésa canción que todos me habían comentado que era especial y que para mí no lo había sido nunca, hasta ahora.  Se recarga en mi hombro, se acomoda el cabello  y empiezo a paralizarme al ver cómo lo hace. Se vuelve a recargar en mi hombro y observo su mano porque la empieza a mover al mismo ritmo de ésa canción, como si también la estuviera cantando, como si también le significara mucho este momento. De pronto deja de moverla y recarga en mi brazo su mano, veo sus pulseras y las memorizo con sólo tocarlas, después, un poco arriba, en su brazo, dos lunares y los veo, mientras en voz baja estoy cantando la canción que ya se volvió especial y a la vez veo la bebida que ya está caliente pero no importa, sigo dando círculos en escala reducida de la figura de su brazo y en eso, bajo la mirada para verle los ojos, ese acto transigió una sonrisa, una de esas que sólo su ser sabe surgir de mi. Alza la cara, me observa a los ojos y me sonríe, una de esas sonrisas que paralizan la respiración. Y le pregunté:

 —¿Estás bien?.
—Si, y ¿Tú?.
—También...

domingo, 4 de marzo de 2012

viQo 2.0

Dejé de usar mi blog porque quería hacer algo mejor, un contenido más profesional y con más capacidad de penetración en la gente; un podcast sobre la comida, hablando de alimentación, nutrición, creencias, mitos y demás temas interesantes para analizar, con un toque humorístico, o sea como soy yo. Lo tenía tan bien planeado que incluso aún no salía el primer capítulo y ya estaba escribiendo el guión del episodio 4. Todo ese making of era risas y diversión hasta que, en julio del año pasado, a alguien se le ocurrió la brillante idea de meterse a mi departamento, robarme mi computadora, mis fotos, mis guiones, mis avances, mi soundtrack, mis grabaciones, mi episodio piloto, mis análisis alimentarios, mis notas periodísticas y mis artículos de internet, claro, independientemente de todo lo demás que tenía ahí y por lo cual sufrí, si, sufrí por cosas, típico del hombre. Así que todo lo perdí, aquel proyecto que empezó con una vaga idea en mi mente y que creció hasta el punto de comprar micrófonos y software necesarios para su elaboración, fueron robados. Ahora, a casi ocho meses del robo a casa-habitación (siempre me dio risa ese nombre en la delegación), decido regresar a escribir en este Blog, como lo hacía antes de emigrar a lo sonoro y no sólo quedarme con lo escrito. Pero ¿Por qué? Si tuve la oportunidad de comprar otra computadora, incluso mejor que la predecesora, ¿Por qué? Exactamente no lo sé, pero que sí tuve la intención de volver a intentarlo pero, desafortunadamente todo lo que se empieza hacer por gusto sale muy caro, tenía que comprar software originales a un costo aproximado de $1800.00 y hardware de más de $2000.00 y pues por obvias razones, no tengo. Así que, tuve la intención de volver a intentarlo, pero no había fondos suficientes para generar un contenido de calidad, tuve de nuevo una computadora, tuve de nuevo otro micrófono, obtuve nuevos artículos de interés, entonces ¿Por qué regresé a este Blog? Que probablemente seguirá como antes, vacío por lectores, pero eso no importa o por lo menos no me importó cuando lo abrí y cuando lo volví a abrir hoy, ya que me preguntaba en una sesión pre onírica ¿Seré bueno para la edición de audio? Quizá no lo sepa pronto, pero de algo sí estoy seguro, que para juntar y lograr una armonía de las letras lo tengo desde que empecé a cambiar mi tono de voz y a pasar más tiempo en el baño porque... empecé a rasurarme. Así que aquí seguiré hablando de mí, en lo que en emociones y sentimientos se trata. Y para empezar; Siempre hago lo mismo: al tener un nuevo cuaderno para mis materias en la carrera, en el inglés, algún curso, una clase especial o uso personal, les hago lo mismo, pongo a prueba sus hojas; primero con un dibujo de alguien que esté presente en mi mente ese día, después escribo un verso que desahogue mis sentimientos de otro día, posteriormente, unas planas para mejorar mi caligrafía, signo de que estoy aburrido de estar en ese lugar ése día, y ya al último, me dibujo con los ojos cerrados. Siempre hago lo mismo. Que significa nada. Y no lo uso nada de lo que hago ahí después. Pero me gusta cómo se ve lo que hago sobre el papel. Disfruto de esas cosas raras que me hacen único y raro y más raro que único, pero me hacen algo y ese algo, no es fácil de encontrar y menos de olvidar.