domingo, 11 de marzo de 2012

Yellow ledbetter.

No sé por qué me pregunta muchas veces lo mismo, quizá y le guste cómo lo cuento y eso, de cierta parte creo que es bueno, así me pedirá una y otra vez porque le gusta. O tal vez es no lo cuento como debería ser (aunque no sé cómo es la forma correcta de hacerlo)  por eso no me explico bien lo que quiero comunicar y por eso me pregunta lo mismo, algo recíproco como la frase que dice "Tú recibes el amor que das" que dijeron los Beatles, algo así  creo.

También podría ser que ella tenga un...

—¿Qué?. ¿Por qué me miras?.
—¿Qué no te puedo ver?.

 Carajo, no debí decir eso, o ¿Qué? ¿La estás retando? Ahora alzó esa ceja como si no entendiera por qué dije eso. No entiendo, bueno o sea si sé porque tiene una personalidad así, pero de todas formas no entiendo y no importa que tenga escasos momentos de conocer su vida, sus gustos, sus emociones y sus disgustos, no importa porque hay algo que me...

 —¡¿Qué?! ¿Por qué me ves?.
—Está bien, ya no te veré.

 Con un carajo ¡deja de verle los ojos! Es inevitable, lo sé, pero deja de ver así, se está asustando. Mejor le doy un trago a esa bebida que ya se está calentando pero no importa, porque...

 —Oye ven, acércate para acá ¿Si?.
Oh por Dios.  —Si, si claro.

 La decisión más firme que tuve en el día porque, fue algo exacto; en el momento en el que terminé de cambiarme de lugar y le pregunté ¿Qué pasó? Mientras movía mi bebida que cada vez se calentaba más, empezó ésa canción que todos me habían comentado que era especial y que para mí no lo había sido nunca, hasta ahora.  Se recarga en mi hombro, se acomoda el cabello  y empiezo a paralizarme al ver cómo lo hace. Se vuelve a recargar en mi hombro y observo su mano porque la empieza a mover al mismo ritmo de ésa canción, como si también la estuviera cantando, como si también le significara mucho este momento. De pronto deja de moverla y recarga en mi brazo su mano, veo sus pulseras y las memorizo con sólo tocarlas, después, un poco arriba, en su brazo, dos lunares y los veo, mientras en voz baja estoy cantando la canción que ya se volvió especial y a la vez veo la bebida que ya está caliente pero no importa, sigo dando círculos en escala reducida de la figura de su brazo y en eso, bajo la mirada para verle los ojos, ese acto transigió una sonrisa, una de esas que sólo su ser sabe surgir de mi. Alza la cara, me observa a los ojos y me sonríe, una de esas sonrisas que paralizan la respiración. Y le pregunté:

 —¿Estás bien?.
—Si, y ¿Tú?.
—También...

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